18 marzo 2008

LA SOMBRA DEL MENDIGO


Ya comenzaba a nevar, el tiempo cada vez estaba mas frío, y se veía menos gente en las calles tenebrosas de kurtinton, el siempre tranquilo Légolaz, adormecido por el dolor y el alcohol, mendigo ya de hace muchos años, debido a la perdida de su fortuna a causa de la traición de su socio, transitaba solo por las calles, en busca de algún benefactor que le diera algo para comer o beber. El tiempo en las calles había hecho estragos en su fisonomía, la cara curtida por el dolor y las cicatrices dejadas por el tiempo y la soledad hacia que sea irreconocible para las personas que lo idolatraban antes de perder su fortuna.

Aquella mañana fue distinta ya no se sentía solo, había algo que lo acompañaba en aquel silencio gélido, era su sombra, por fin el sol brillaba para el pobre Légolaz una alegría casi imperceptible se podía ver en su arruinado rostro, de pronto esta alegría comenzó a desaparecer cuando escucho que su sombra le hablaba, el pobre Légolaz sintió que la locura lo abrazaba, trato de luchar contra ella pero fue imposible, al poco tiempo se podía ver al mendigo discutiendo con su sombra por la calles de Kurtiton.

Aquel atardecer pude escuchar una discusión que me dejo consternado.

-Mendigo: No, no lo haré.

-Sombra: Es la única solución posible

-Mendigo: Pero quiero seguir estando aquí en las calles

-Sombra: ¿Para que?, ¿para seguir mendigando sufriendo el frío y la humillación?

-Mendigo: He aprendido a abrazar el dolor y a guardarlo en mi corazón, es lo único que aun mantiene mi condición de humano.

-Sombra: Humano? , que más humano que lo que te ofrezco.

-Mendigo: Y según tu que tiene de humano lo que me ofreces.

-Sombra: Libertad, libre albedrío, coger tu destino y terminar con el sufrimiento.

-Mendigo: No lo se, puede que tengas razón, pero….

-Sombra: Pero nada!!, debes hacerlo y tendrás la libertad que tanto ansias.

Y eso fue todo lo que escuche esa tarde, a la mañana siguiente al leer el diario, comprendí la decisión del mendigo. Cerca de la plaza se había visto a Légolaz recolectando ramas, tablas, y cartones, creando una pila gigantesca de madera y desperdicios, y en el centro una tarima donde más tarde el se incorporo, de pronto comenzó a arder todo, la gente que se encontraba en el lugar horrorizada veía como se elevaban las llamas con el mendigo en el centro, la visión era dantesca se apreciaba alrededor cientos de sombras moviéndose sin sentido y retorciéndose al “Song” de las llamas, el pobre Légolas se había inmolado, terminando su triste y solitaria vida, pero acompañado con cientos de sombras.

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